Montxo Armendáriz

Lunes, 20-feb-2012
         El año pasado, en este mismo teatro se proyectó la película “No Tengas Miedo”, protagonizada por Lluis Homar, Michelle Jenner y Belén Rueda. Gracias a los Encuentros con Directores de Cine, que patrocina la Fundación Unicaja, la noche del lunes se proyectó de nuevo, y además tuvimos el privilegio de contar con la asistencia en persona de su director, Montxo Armendáriz. El público almeriense honró al cineasta llenando casi todas las localidades disponibles del teatro. Algunos recordamos la gran repercusión que en 1984 tuvo su película “Tasio”. Después vinieron “Las Cartas de Alou”, “Historias del Kronen”, y “Secretos del Corazón” entre otras. Esta última optó en 1998 al Óscar a la mejor película extranjera.

        Durante la presentación, descubrimos que su voz y sus palabras, como sus películas son claras y directas. Pocos directores ostentan una filmografía tan intensa, que nos dejen el sedimento a buen cine en cada una de sus películas. La historia de abusos a menores que se cuenta en “No Tengas Miedo”, en palabras de su director, no propone soluciones, ni busca un final feliz, porque quien sufre este problema nunca encuentra ese final feliz, en la vida real. Ni siquiera cede a la concesión de entregar al espectador el más mínimo alivio, dando rienda suelta a la rabia que produce en los personajes la injusticia más indignante. Quiere que se entienda la profundidad de la historia, asumiendo la desesperación de tener un problema que aniquila, incluso, la más mínima escapatoria temporal.

        Cediendo todo el mérito a sus actores, y con una técnica que en ocasiones parece un documental, cumple una de las funciones del cine, y del arte en general, llamar la atención. Quiere obligarnos a no mirar hacia otro lado. La sociedad sabe de la existencia de este problema, pero desconoce su devastador alcance real.

        Armendáriz mueve la cámara con la elegancia de quien está investido del don de saber contar historias. Nunca nos mostrará escenas escabrosas o de los abusos de forma explícita, porque no le hace falta. El efecto que produce en el espectador es lo mismo de repulsivo y perturbador que si las viera. Como buen cineasta, su silencio es casi más contundente que sus palabras. Esta cualidad la cumplió también durante el coloquio final en el teatro, al plantearnos unas premisas y dejar que nosotros mismos sacáramos las conclusiones. Huye de los convencionalismos, a sabiendas de sacrificar la comercialidad de su película, en favor de contar como nadie el problema que denuncia.

        Un buen director, que sea valiente y comprometido son cualidades difíciles de encontrar ya de forma separada. Armendáriz es un caso excepcional, porque ciertamente reúne todas estas aptitudes. A pesar de estos tiempos de crisis, aún quedan cineastas atrevidos que no ceden ante la todopoderosa industria comercial. Habrá quien se pregunte qué buscan, o qué queda de este tipo de cine. Algunos, como Armendáriz, piensan que queda lo mejor de todo, la reflexión del espectador.

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