Miércoles, 28-ago-2013
Ayer
y hoy, el Gran Ballet de Rusia actúa en el teatro con el espectáculo Los
Cosacos de Taras Bulba coreografiado por Iván Gromakov, que fue Ministro de
Cultura de aquel país, y artista premiado por la Unesco. Gracias a una gira que
está realizando por todo el mundo, es un verdadero honor poder ofrecer en
Almería una gala como esta, estrenada nada menos que en el prestigioso Teatro
Bolshoi de Moscú.
Las danzas rusas son elegantes y
enérgicas, como la música que las viste. Con melodías muy próximas a la orquesta
sinfónica, sin incursiones de agudos y extraños instrumentos nativos. Sentados
en la butaca de un teatro podemos conocer y apreciar a otros pueblos, viajar a otros
mundos. Los bailarines son vitales, y transmiten ese vigor que denota las ganas
de vivir y jaranear bailando como cosacos, nunca mejor dicho. Con uno de los
vestuarios más variados y amplios que jamás una compañía haya traído a este
teatro, las bailarinas lucían vestidos que, aún emperejilados por el folclore,
favorecían su porte. Otros, diseñados con sencillez pero con gusto, conseguían lucir
una admirable elegancia principesca.
Llama la atención lo respetuosos que
son con este teatro, pues siempre salen a fumar a la calle, y preguntan donde
pueden poner o hacer esto o aquello. Detalles que revelan la exquisita formación
recibida. Inspirándonos un profundo respeto hacia ellos, y hacia el pueblo que
representan. Porque la distinción de la educación no solo honra a quien la ejerce,
sino también a las personas que la inculcaron.
Jóvenes afables de rostros serenos que viajan juntos en un
autobús. Me han hecho recordar una antigua canción de Miguel Ríos, El Blues
del Autobús. Compuesta por Víctor Manuel, cumple una de las máximas de la
creación artística, y de la vida, como es hablar y componer sobre aquello que
se conoce. Esta canción nos cuenta las experiencias de subir a un autobús y
viajar en grupo de acá para allá, dando conciertos en distintos lugares. Compartiendo
kilómetros, escenarios, problemas y aplausos. Los artistas y los creadores son
necesarios en todo momento, porque nos hacen disfrutar y además son los
verdaderos cronistas, a gran escala, de la vida. Como dijo Tolstoi, el arte
es uno de los medios de comunicación entre los hombres. No le faltaba razón
porque, de una u otra forma, casi todas las experiencias acaban siendo contadas
sobre un escenario, sobre las páginas de un libro, o sobre una gran pantalla de
cine. Sin embargo, no se trata de describir sin más, la riqueza del arte reside
en atraer nuestra atención, estimular nuestra imaginación, y encantar nuestra
voluntad. El Gran Ballet de Rusia nos muestra al pueblo cosaco cortejar, divertirse
y relacionarse, y lo consigue sin palabras, viviendo sobre la música.